Excesivo control de los detalles. Vigilancia absoluta de todo movimiento que se produce en la organización. Insatisfacción constante con respecto al rendimiento de los colaboradores, los procesos y los resultados obtenidos. ¿De qué estamos hablando? Hablamos de algunos de los indicios más claros del micromanagement en las empresas.
Claramente, se trata de prácticas que atentan contra las formas de trabajo actuales. De hecho, van en contra de las competencias que hoy se busca en el talento, por ejemplo, la autonomía, la capacidad de tomar decisiones, la iniciativa. Ninguna de ellas es válida o posible frente a un gerente que hace del micromanagement su estilo de liderazgo.
Vamos a decirlo sin rodeos: la microgestión atenta de forma directa contra el talento. Reduce notoriamente su capacidad de crecer y, por tanto, su rendimiento nunca será el deseado.
La dificultad que presenta esta situación es que el problema está en el líder de la organización. Por ello, el departamento de Recursos Humanos es clave en este caso. Ya que desde el área se debe identificar este comportamiento y facilitar alternativas para modificarlo.
Hoy vamos a conocer de qué se trata la microgestión, cómo afecta a las empresas y qué hacer desde RRHH para revertirlo.
Cuando hablamos de micromanagement nos referimos a un término negativo en el mundo laboral. Se entiende por microgestión a un estilo de liderazgo tendiente a ejercer un absoluto control y supervisión de todo lo que sucede en la organización. Incluso las tareas más simples pasan por la vigilancia de esta clase de gerente, debido a que se enfoca hasta en los detalles más mínimos. Cada decisión, cada mensaje, cada transacción pasan por su revisión y aprobación, sin importar el nivel de importancia que tenga esa actividad para la empresa.
En esta clase de práctica el microgestor hace un seguimiento exhaustivo de las acciones, tareas, funciones y responsabilidades de todas las personas dentro del negocio. Suele ocurrir que estos jefes piden que se les ponga en copia en todo correo electrónico que envíe cualquier miembro de su equipo. También puede suceder que pidan ver un email o mensaje antes de que algún colaborador lo envíe. Otra práctica típica en casos de micromanagement es cuando los gerentes piden que los trabajadores les manden lo que tengan hecho, aunque no hayan terminado, así pueden controlar lo que el equipo va desarrollando.
Los micromanagers intervienen demasiado en las actividades de sus subordinados y, por lo general, tienen muy mala reputación entre su personal. Sin dudas, la mayoría de las organizaciones con visión de futuro hoy valoran la autonomía del talento. Además, hay nuevas formas de supervisión, menos invasivas, más flexibles y abiertas. Hacia ese modelo hay que caminar, pero, para eso, es necesario identificar las prácticas de micromanagement presentes en la organización y detenerlas a tiempo.
Una de las formas más claras de evidenciar desde RH la existencia del micromanagement en la organización, consiste en preguntar al equipo si está más enfocado en la satisfacción del jefe o en alcanzar los objetivos alineados al cliente.
Cuando los colaboradores están obsesionados con tener al jefe contento, los objetivos, los resultados y los clientes, pasan a un segundo plano.
No hace falta decir que esto puede producir escenarios realmente delicados para la competitividad de las organizaciones. Por eso es clave que desde RRHH se identifique a tiempo la microgestión en las empresas.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo detectar equipos microgestionados? Algunos indicios a considerar son:
Cuando los colaboradores se sienten invadidos, se ve afectado su bienestar dentro de la empresa. Esto representa serios riesgos para las organizaciones. Entre ellos, los más graves son:
Como dijimos antes, en las organizaciones inmersas en dinámicas de micromanagement el rol de RRHH es clave. Porque son los profesionales del equipo de gestión de personas quienes deben ocuparse de identificar estas dinámicas de microgestión.
Entonces, el primer paso es detectar a líderes que se ocupan de microgestionar a sus equipos. Por ello, es necesario conocer cuáles son los principales comportamientos de esta clase de gerente.
En principio, el micromanager dedica demasiado tiempo a tareas, actividades y decisiones que otros miembros de la empresa podrían realizar. Es decir que no sabe delegar. Sumado a ello, ejerce un control total sobre todas las tareas, actividades y decisiones que tienen lugar en la empresa. Pero son inconsistentes, es decir, muchas veces los colaboradores no saben qué hacer a continuación, si actuar antes de recibir órdenes o esperarlas.
Esto deja en evidencia otro de los rasgos de esta clase de líder: no saben comunicarse. Suelen ser ambiguos o poco claros, lo que genera mucha incertidumbre en sus equipos.
Además, esta clase de gerente no establece un feedback positivo, sino lo opuesto. Se enfoca en criticar lo que los trabajadores no logran resolver. Al mismo tiempo, no reconoce públicamente la labor del talento.
Finalmente, otro rasgo distintivo del micromanager es su incapacidad para escuchar.
Para erradicar el micromanagement en los espacios de trabajo se necesita una transformación cultural. Este cambio debe contemplar la necesidad de fomentar ambientes laborales basados en la confianza. Para ello, hay algunas claves a tener en cuenta:
Definitivamente, el micromanagement es una práctica a combatir en las empresas. Ahora sabes lo necesario para poder hacerlo.